¿Somos realmente conscientes de los cambios que estamos viviendo?
Todavía seguimos discutiendo el uso de la tecnología en la educación, lo cual no sería un inconveniente en sí mismo, pero mientras tanto, una revolución nos pasa por encima a tal velocidad que no tenemos manera de asimilarla y mucho menos de ponerla en práctica.
En la era digital, hemos hablado de *nativos digitales* para describir a aquellos que han crecido con tecnologías digitales desde una edad temprana. Sin embargo, hoy estamos presenciando el surgimiento de una nueva generación: los nativos de la IA.
Estos jóvenes no solo nacen en un mundo digitalizado, sino en uno donde la inteligencia artificial juega un papel central en la vida cotidiana.
¿Qué implica ser un nativo de la IA?
La educación de estos nativos de la IA presenta desafíos y oportunidades únicos. Ya no se trata solo de enseñar habilidades digitales básicas, sino de preparar a los estudiantes para un mundo en el que la IA es omnipresente. Esto requiere un enfoque educativo que incluya:
Enseñar a pensar críticamente: Los nativos de la IA deben ser capaces de discernir información confiable, evaluar sesgos algorítmicos y comprender las implicaciones éticas al tomar decisiones.
Enseñar a preguntar: La IA se nutre de buenas preguntas. Enseñar a los estudiantes a formular preguntas precisas, creativas y desafiantes será crucial para aprovechar al máximo su potencial.
Enseñar a interactuar con la IA: La capacidad de dar órdenes precisas y efectivas a las máquinas, como los prompts utilizados para interactuar con sistemas de IA, será una habilidad esencial.
Fomentar el pensamiento computacional: La comprensión de los principios fundamentales del pensamiento computacional permitirá a los estudiantes entender cómo funcionan las tecnologías que utilizan diariamente y resolver de manera más eficiente los problemas que se les presenten.
Los nativos de la Inteligencia Artificial ya son una realidad, crecen y seguirán naciendo en medio de cambios constantes.
En este contexto, la educación siempre ocupará un rol fundamental. Las formas de enseñar se reformularán y conviviremos con estas y otras tecnologías de manera cada vez más integrada. El rol de la escuela y de los educadores será esencial no solo para transmitir conocimientos técnicos, sino también para desarrollar habilidades blandas y emocionales.
Enseñar empatía, colaboración y manejo de emociones será crucial para formar individuos capaces de utilizar la IA de manera ética y responsable. Las habilidades blandas, como la comunicación efectiva y el trabajo en equipo, serán indispensables en un mundo cada vez más interconectado y automatizado.
Al final del día, la combinación de habilidades técnicas y emocionales permitirá a esta nueva generación no solo adaptarse a los cambios tecnológicos, sino también formarse como ciudadanos capaces de liderar con propósito e influir positivamente en el desarrollo de la inteligencia artificial.
NOTA:
Este artículo ha sido redactado originalmente por Daniel Presta y, posteriormente, editado por nuestro compañero Salvador Montaner